No quisiera despedirme de vos.
No me gustan las despedidas.
Es por eso que quiero dejarte algo que pueda
acercarme a vos dondequiera que te encuentres.
Para perdurar un poco en este encuentro y
sepas que, antes que nada, después de todo, es la propia esencia la que hace de
los hombres la virtud.
Entonces, recuerda siempre que serás un
hombre- ser- humano en la medida que te lo propongas.
En tu constante hacerte diario de todos tus
esfuerzos.
No los escatimes.
No desaproveches nunca tu fibra.
Trata de encontrarte a vos mismo en tu
interior, allí donde los otros no llegan a penetrar tal vez; donde se esconde
tu verdadero ser.
Y no te engañes.
Porque sufrirás por vos mismo tus propias
consecuencias.
Se noble con vos mismo para poder abrirte
noblemente a los demás.
Porque será así como encontrarás la alegría
tuya de saberte capaz de afrontar lo que sea, pero con la convicción de haber
hecho lo mejor.
Por vos y para los demás.
Convéncete que los demás son –siempre- un poco
uno mismo, y espera.
Nunca te niegues a dar.
Recuerda que también te gusta recibir.
No seas egoísta.
Y cuando creas que todo es en vano, no te
escondas en la cobardía de creerte vencido.
Inténtalo una vez más y espera.
Nada es imposible cuando se tiene voluntad.
Ejercítala.
Será la magnitud de tu trabajo constante sobre
tu propia persona que modelará tu
grandeza.
Se cauto.
No arriesgues en devaneos.,
Pero cuando emprendas con honestidad tu
acometido, no olvides que con la fuerza que templaste tu persona, dejarás tu
forma en tu tarea.
Nunca prives de alegría a tu sonrisa.
Esfuérzate por ser feliz.
Haz lo
posible por encontrar en las pequeñas cosas, la gratificación por lo que
hiciste.
Y por sobre todas las cosas, trata de vivir en
paz con vos mismo y con los demás.
Es la mejor manera de perdurar en los otros.
De sentir que has dejado algo de vos.
Es por eso que en mi saludo de hoy, no te digo
adiós, sino hasta siempre.-
25- XI-75
No hay comentarios:
Publicar un comentario