OTRA
VEZ FEBRERO
Aún es febrero y sin embargo, las hojas de los
plátanos languidecen, glaucas.
Un rumor de hojas
secas acompaña la brisa de este mediodía que pronto será tarde ventosa, con
pesados nubarrones entrelazándose en la siesta en que te espero, apática.
Siento un ruido a
hojas secas pisoteadas en la calidez del alma.
Con cuánto afán
pensé que te vería…
Con cuánta
sencillez te abrí mi alma y te dejé pasar…
Sabés?
Tengo una dureza
incolora en el medio del corazón, aquí, clavada como para no dejarme respirar.
Es parte de mi desilusión a cuestas, después de haber creído tanto en vos.
Un puñado de viento
enardecido se hace molestia arremolinada en tu pelo.
Necesito de tu
presencia inventada porque si.
Nadie más que yo te
he inventado en este intento desesperado por no sufrir, y aquí estoy, sufriendo
igual por tu silencio.
Una empecinada
fuerza me hizo creer que aún había vida
interior en esta calcinada forma de mi esencia.
Una empecinada
insistencia de traerte a mi mente en
materia y forma sin oscuras consecuencias.
Tenía para vos toda
la ilusión del mundo acrisolado entre mis párpados que te miraron con la
ensoñación del muérdago.
Tenía las ganas de
quererte, la necesidad de darte toda esta inmensa posibilidad de reír con tu
risa, de soñar con tu sueño, de amar con tu amor.
Tenía para darte y
para darme la necesidad sublime del afecto sin dobleces, sin temores, como la
primera vez y sin embargo, una mágica fuerza enardecida se encargó de mutilar
tu fibra en tantas partes.
Ya no se cuál es la
fuerza que desata mi ánimo para seguir latiendo en la fuerza de este viento que
continúa su viaje hacia insospechados caminos, en la búsqueda irrefrenable de
otros hombres que despeinarán sus cabezas con la inarmónica fuerza del dolor
acunado por el viento que te trajo y te llevó tan solo para saber que aún
vivía, transida de ilusión y desesperanza, hincada ante mi misma rezando para
no llorar la pena de saber que no vendrás.
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