viernes, 7 de agosto de 2015

TENERTE

POESÍA III


Sobre mi regazo
acomodé tu espalda.
Incliné tu cabeza en el cuenco
de mi brazo
izquierdo.
Pasé mis dedos
desenredando la maraña
de tu pelo.
Besé tu frente,
cada uno de tus ojos,
apenas rocé tu boca
con mi beso.
Un nido de mariposas gualdas
echó a volar
en el centro de mi pecho.
Te amé en silencio.
Acompañando
los latidos de todo el cuerpo
sentí latir mi vientre
entre tu aliento.
Besé
la palma de tus manos,
cada uno de tus dedos.
Sentí el calor
arrebolado
de tu cuerpo,
la energía del cosmos
atrapada en mi regazo,
el temblor  de soles y volcanes
derramando lava en las  simientes.
Cerré los ojos.
Eché hacia atrás mi cerviz
 y gocé sin verte.
Sin tenerte,
estabas ahí,
entre los pliegues de mi anhelo,
agazapado,
trémulo de amor desconocido,
tímido
hasta el ocaso del día siguiente.
Por todo eso
y mucho más
te amé esa tarde
y otra,
y otra más, silente,
hasta - por fin –

tenerte.

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