ENTRE EL SABER ANTROPOLÓGICO Y LA PRÁCTICA DOCENTE
Lic. María Inés Malchiodi
“Una vez, en tiempos remotísimos, un mono y un pez fueron arrastrados por una encrespada corriente. El mono, ágil y experto, tuvo la suerte de poder trepar a un árbol, donde quedó a buen resguardo. Al mirar hacia abajo divisó al pez, que luchaba contra la fragorosa corriente. Movido por un deseo humanitario de ayudar a su menos afortunado compañero, alargó una mano y lo sacó del agua. Cuál no sería su sorpresa, al ver que el pez no le agradecía una pizca su favor”. ( fábula oriental)
Al iniciar el abordaje etnográfico en la investigación educativa, no podemos menos que tener en cuenta algunos parámetros que contribuirán a una mejor comprensión de los fenómenos. Si bien es cierto que no transformaremos en etnógrafo a todo docente o investigador de la educación, nuestro esfuerzo estará centrado en una aproximación a la comprensión del otro de manera cabal, de modo tal que demos cuenta de las necesidades y deseos de una población que tenemos tan a la mano que – la mayoría de las veces- no alcanzamos a visualizar en su “otridad”.
El asesor educacional que no estudie cuidadosamente su propia cultura y la cultura en que ha de desenvolverse, con la mejor intención tomará –por lo común- decisiones inadecuadas que retrasarán sus planteos más nobles.
La investigación etnográfica ofrece condiciones particularmente favorables para contribuír en la investigación educativa y la práctica docente, acercando la teoría a la práctica, tomando en cuenta la verdadera razón de ser de su planteo.
Llamada a expresar contenidos cualitativos, la antropología modela la metodología etnográfica desde el plano mismo de las definiciones. No revisa intereses simplemente descriptivos de los datos y rasgos que cada cultura brinda, sino desde la propia actividad de la gente que la conforma. Se interesa por comportamientos, habilidades, destrezas, conductas, aceptaciones y rechazos. Supropósito va más allá de las interpretaciones, intentando descubrir las creencias, valores, perspectivas, motivaciones, vínculos, la manera en que todo esto interactúa, cambia, se modifica o permanece, a través del tiempo o de una situación a otra, dentro del grupo y desde dentro de las perspectivas de los miembros del mismo grupo y sus interrelaciones con otros.
Lo más importante a tener en cuenta es, pues, su significado y las interpretaciones que el propio grupo le otorga y de qué manera trasciende en la hermenéutica, la lectura del hecho y el dato cultural.
Desde este planteo, el etnógrafo se interesa por lo que hay detrás, por el punto de vista del sujeto y sus opiniones alternativas, y la perspectiva con que éste ve a los demás. A partir de esto, el etnógrafo puede percibir en las explicaciones, o en las conductas observadas, pautas susceptibles de sugerir ciertas interpretaciones de una realidad social aparentemente conformada por diferentes capas, en constante cambio a pesar de ciertas propiedades constantes que es importante descubrir, comprender y asimilar desde que son –en verdad- la materia misma de la vida del grupo en cuestión.
Entre la etnografía y el campo educativo hay ciertos paralelismos que hacen que podamos intentar la interrelación en la investigación y la comprensión de los fenómenos. En tanto “son al mismo tiempo empresas científicas y artísticas –dice Woods- la etnografía y la enseñanza tienen una cierta afinidad básica”. Más que el resultado del método científico, la manera en que se identifican las formas culturales tal como son vividas por sus protagonistas, y la manera en que se las comprende y se las procesa, es una cuestión de estilo, de percepción, de procesos interpretativos, de sensibilidad, una capacidad de comprensión, atributos que desde la educación sus actores presentan un entrenamiento innato.
El enfoque permite obtener resultados importantes, imposibles de obtener de ninguna otra manera. La construcción del conocimiento escolar, las propiedades funcionales de la cultura del alumno, el significado que se encuentra detrás del comportamiento aparentemente incoherente de los alumnos, la orientación estratégica de gran parte de la actividad del docente, la índole estructurada y significativa del comportamiento aparentemente inadecuado y carente de significado de algunos alumnos, han sido –entre muchos- algunos procesos objeto de estudio coherente y profundo en algunas comunidades.
La investigación cualitativa en educación puede utilizar técnicas etnográficas para evaluar el trabajo docente, en la motivación y el aprendizaje de los alumnos o en la carrera docente y su desarrollo, ya sea trabajando en el perfeccionamiento de un instrumento, o en el desarrollo mismo de las cualidades personales de curiosidad, penetración intuitiva, discreción, paciencia, vigor, memoria, capacidad de escuchar y observar de los actores.
Desde el enfoque de la investigación etnográfica aplicada a los procesos educativos, la gama en los planteos y los temas parece inagotable. Algunas investigaciones reclaman urgencias acuciantes, que se resolverán al seno mismo de las propias instituciones locales y regionales, en áreas como la gestión de escuelas, el modo en que las decisiones son tomadas, las relaciones internas del personal, el ethos escolar, la identidad de maestros, sus intereses y biografías, el modo en que se adaptan a su papel y como logran sus fines; los aspectos críticfos en la carrera de los docentes, la visión o conceptualización que los alumnos logran de sus docentes, las gratificaciones psíquicas, la visualización de los problemas del sector, las presiones y obligaciones del enseñar y aprender; los sistemas de evaluaciones, las innovaciones curriculares, las reorganizaciones del sistema educativo en el corto, mediano y largo plazos, los planteos de enseñanza particular privada, adquisición de estilos de enseñnza diferenciada, consecuencias de acontecimientos puntuales o el impacto de políticas específicas, más allá de los análisis que se encaren desde la cultura del alumno, de los grupos particulares, la subcultura de la sala de profesores, clasificaciones de alumnos en divisiones distintivas; las actitudes, opiniones y creencias de la gente, y la influencia de las situaciones particulares en las opiniones y los comportamientos.
Más allá de esta simple enumeración de rasgos y propuestas, la razón de ser del método etnográfico en la investigación cualitativa aplicado a la Educación, no deja de emparentarse estrechamente con la ética de ayudar a conocer a la población objeto de estudio, comprender sus características, saber lo que significan para ellos, y cuáles son sus procesos de cambio, convirtiéndonos en técnicos responsablemente competentes, capaces de adaptar la tecnología y los métodos científicos al medio en su acepción más amplia.
Hace falta un deseo auténtico y desinteresado de ayudar, ejercitando la tolerancia y la comprensión del otro, teniendo en cuenta –por sobre todo- que a partir del realismo basado en la plena comprensión de la índole de la cultura y del cambio cultural, así como del impacto que producen las aplicaciones de determinadas tecnologías, se adquieren riquezas de una índole particularmente valiosa, que proporcionarán satisfacciones a lo largo de toda la vida.-
SAN LUIS, marzo de 1998.-
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