IX CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL
“FRONTERAS DE LA ANTROPOLOGÍA”
Territorialidades Indígenas y Estados Nacionales
“Culturas Originarias y Restitución de Tierras: Provincia de San Luis”
Lic. María Inés MALCHIODI
GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE SAN LUIS
malchiodi@gmail.com
En un acto histórico, el Gobernador de la Provincia de San Luis concretó a mediados del 2007 la restitución de tierras a las Comunidades Ranqueles y Huarpes de la Provincia en una decisión de reparación de las culturas originarias.
El 23 de junio se conmemora un año nuevo en el calendario Ranquel, y el compromiso asumido abarcó no sólo la restitución de las 2.500 ha. en el caso de los Ranqueles, sino la inauguración de obras de viviendas, escuela y agua potable, entre otras, que se ejecutarán en esas tierras.
La política de reparación incluye además de las obras y mejoras en servicios para las comunidades, la promulgación de una Ley que declare a estas tierras inajenables, inembargables e imprescriptibles, de modo de garantizar a cada una de las comunidades el total dominio de las mismas, para que nadie pueda perturbar su dominio y posesión.
En el caso de los Huarpes, la restitución fue en el límite donde confluyen las Provincias de San Juan, San Luis y Mendoza, en las Lagunas de Guanacache, que fueran recientemente declaradas Sitio Ramsar. Así, los laguneros de Guanacache contarán además con los mismos servicios y obras mencionadas para el caso de los Ranqueles, y en la actualidad, la Jefa de Área de Comunidades Originarias es la señora Pascuala Carrizo Guaquinchay, hija del Lonco Carrizo de la comunidad Huarpe.
PALABRAS CLAVE: territorio – identidad – restitución - preservación
IX CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL
“FRONTERAS DE LA ANTROPOLOGÍA”
Territorialidades Indígenas y Estados Nacionales
“Culturas Originarias y Restitución de Tierras: Provincia de San Luis”
Lic. María Inés MALCHIODI
GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE SAN LUIS
malchiodi@gmail.com
PRIMERA PARTE
UN POCO DE HISTORIA RANQUELINA
Hasta fines del siglo XIX, el “desierto” y los indígenas, sus habitantes, disputaron al blanco palmo a palmo el territorio en que vivían. Se mantenía vigente el sistema de fuertes y fortines que avanzaban lenta y penosamente en la inmensidad de la pampa, propiedad del indígena[1].
San Luis era asiento de tribus consideradas temibles: los ranqueles que ocupaban el norte y noroeste de las pampas en una superficie aproximada a las 2.000 leguas. Sus correrías abarcaban desde el noroeste de Buenos Aires, sur de Córdoba, San Luis y Mendoza, y llevaban con ellos a los indios del país de los pinares, así como también contaban con la ayuda de los “cristianos alzados”.
En el libro de Reynaldo Pastor “La guerra con el indio en la jurisdicción de San Luis”[2], cuenta que “a fines de diciembre se reunió un parlamento en Médano Colorado, veinte leguas al sud de (Villa) Mercedes, en el que participaron todos los caciques ranquelinos, Pueblas, Carmona el Potrillo, Melchor Costa, el gaucho mercedino Gallardo y numerosos chilenos. Allí se resolvió la invasión para fines de enero, la que contaría con más de mil guerreros entre indios y cristianos, comandados por Mariano Rosas y Juan Gregorio Pueblas”.
No sólo se vivenciaba inseguridad interna, sino una amenaza muy grande para nuestra soberanía: el arreo de unas 40.000 cabezas de ganado en 1876, robadas en los malones, tenían como destinatario a Chile. El famoso camino de los chilenos no era solamente uno, sino tantas huellas y rastrilladas que partían de Patagones, Bahía Blanca, sur de la provincia de Buenos Aires, San Luis, Mendoza, y se internaban tras los Andes. Los indios eran intermediarios de un próspero negocio protegido por las autoridades trasandinas que amparaban también el establecimiento de estancias y pobladores chilenos. Había muy poco trecho a considerar entre esto y considerar dominio suyo a nuestro territorio patagónico.
Durante la gestión del Ministro de Guerra y Marina, don Martín de Gainza, se adelantó la frontera sur, desde la línea del río Cuarto hasta el Quinto. La misión fue encomendada al Coronel Lucio V. Mansilla.
Para 1870, la frontera puntana estaba protegida por los fuertes Salto, Charlone, Cerro Lince, Fraga, Constitucional, Pozo de los Avestruces, Rossetti y Pringles. El Coronel José Iseas era el jefe de esta línea reforzada con 800 milicianos, y su cuartel estaba establecido en Villa Mercedes[3].
Mientras tanto, treinta años antes, los hermanos Juan, Francisco y Felipe Saá apoyaron la Revolución Unitaria de San Luis de noviembre de 1840. Tras la derrota, pasaron al ejército de Juan Lavalle, hasta la derrota de Quebracho Herrado, a fines de 1840 y desde allí escaparon hacia las tolderías de los indios ranqueles, siguiendo al cacique y coronel Manuel Baigorria. Se instalaron en las tolderías de Painé, cacique mayor de los ranqueles, y participaron de algunos malones hacia San Luis. Allí, Juan Saá se casó con la hija de un cacique, pero en octubre de 1846 regresaron a San Luis con una gran caballada que fue robada a los ranqueles. Juan Saá fue puesto al mando de las tropas de frontera de San Luis en 1848 y sirvió fielmente al Gobernador Pablo Lucero.
En julio de 1854, bajo el gobierno de Justo Daract, el presidente Justo José de Urquiza lo nombró segundo jefe de la División Sur del Ejército de la Confederación, mando que ostentaba Lucero, quien falleció en marzo de 1856. Tras su muerte, Saá ocupó el mando de esa División y se destacó en la lucha contra los malones ranqueles.
Poco después fue reemplazado por Juan Esteban Pedernera, ayudando a fundar el Fuerte Constitucional, actualmente la ciudad de Villa Mercedes. En abril de 1859, Pedernera fue elegido gobernador, y Saá volvió a ser jefe de la División Sur. Entre ambos organizaron las fuerzas de San Luis para la campaña que terminó en la Batalla de Cepeda, victoria federal en la que Saá dirigió una división de caballería.
En marzo de 1860, Juan Saá asumió como gobernador de San Luis, y nombró como Ministro de Gobierno a Carlos Juan Rodríguez. Tuvo que mantener pacificados por medio de “recompensas” a los indios, y en agosto aplastó la sublevación del Coronel Iseas, en Fuerte Constitucional, (Villa Mercedes). Iseas, a pesar de la amnistía en su favor, huyó a Buenos Aires.
Debido al rompimiento del tratado de paz por parte del cacique Mariano Rosas, se efectuaron expediciones punitivas sobre las tolderías al mando del General Arredondo. Este encomendó al Padre Moisés Álvarez –quien había acompañado a Mansilla en 1867- para tratar la paz con los indígenas. El padre Álvarez acompañado por el Padre Gallo, partió de Mercedes en 1872 y en Leubucó se encontró con Mariano Rosas. Desde allí fue a entrevistarse con dos caciques principales: Epumer y Baigorrita y sus capitanejos, en Médano Colorado, donde al fin pudieron sellar la paz y liberar familias cristianas a cambio del racionamiento de yeguas y otros artículos[4].
Comprometidas las fuerzas militares en la Guerra del Paraguay o en las luchas intestinas, el gobierno debió recurrir a pactos con los indios para apaciguar los malones.
Dice Pastor[5] que “Baigorrita, uno de los tres grandes caciques ranqueles recibía anualmente mil vacas, mil quinientas arrobas de harina, mil de azúcar, cuatrocientas de jabón y cuatro pipas de aguardiente”.
En 1865, los senadores puntanos doctores Juan Llerena y Mauricio Daract propusieron como “frontera la línea del río Negro y Neuquén, sosteniendo que los ríos son defensas naturales más fáciles de proteger y que arrojaba a los indios, de una vez por todas, de tan vastos y fértiles territorios”. Esta iniciativa se convirtió en Ley Nº 215 el 25 de Agosto de 1867, y sería efectivizada por Roca.
Tomado de Peranovich, D. C. de, Comechingonia, Año 1 – Nº 1 – 1983
Desde 1874 el doctor Alsina, Ministro de Guerra y Marina, se empeñó en la ejecución de un plan de ocupación permanente para obligar a las tribus del desierto a retirarse más allá del río Negro o buscar la paz. Se dedicaron entonces a la construcción de una zanja entre la cordillera y el Atlántico, el levantamiento de fortines exteriores a la frontera existente y el doblamiento de las zonas ganadas.
Más allá de lo importante del proyecto, se corría el riesgo de que al ir ganando áreas por medio de líneas sucesivas en tan dilatadas regiones y con fuerzas disponibles tan escasas, se dejaría abierta una brecha para las incursiones indígenas y se alentaba un dislocamiento geopolítico que la zanja propiciaba abriendo una zona de territorio nacional expuesta a la codicia extranjera.
Roca fue designado Comandante General de las fronteras de Córdoba, San Luis y Mendoza, el 6 de julio de 1875[6] y trasladó el asiento de la Comandancia a Río Cuarto. Ante el súbito fallecimiento de Alsina, el presidente Dr. Nicolás Avellaneda lo reemplaza por el General Roca. Este tenía ideas propias con respecto al sometimiento de los indios y las había expuesto en reiteradas oportunidades en función de su larga experiencia en las líneas de frontera y su conocimiento directo del indígena. Sostenía que la mejor manera de solucionar los problemas era mediante una guerra ofensiva, basada en un fuerte ejército que debería sostener un año entero una campaña sin cuartel.
Se llegaría al río Negro y al río Neuquén sin dejar indios hostiles a su paso, previo sometimiento o desalojo, desde los ríos Quinto y Diamante, hasta los mencionados con anterioridad. Esto provocaría el corte de la comunicación de los indios con Chile, evitando el negocio de las haciendas robadas en nuestro país a cambio de aguardiente, tabaco, paños y armas de fuego, que enriquecían a los comerciantes chilenos.
Sin embargo, el objetivo principal tenía que ver con la importancia política de estas acciones. Asegurar el efectivo ejercicio de la soberanía argentina en la Patagonia amenazada por las pretensiones expansionistas chilenas.
Siempre siguiendo a Aurora Sánchez, se tiene conocimiento que las ideas básicas se instrumentaron en forma de proyecto de ley que tuvo entrada en la Cámara de Diputados de la Nación el 14 de agosto de 1878 y luego de ser aprobado por una comisión ad-hoc, se trató en el Senado donde Sarmiento, Lucero y Jerónimo Cortés, representantes de San Juan, San Luis y Córdoba respectivamente, se pronunciaron a favor. Así, el Poder Ejecutivo dio ejecución a la ley del 25 de agosto de 1867, y se estableció la línea de fronteras en nueve comandancias que desde Bahía Blanca a Mendoza tenían su asiento en Fuerte Argentino, Puán, Carhué, Guaminí, Trenque Lauquen, Ita-ló, Río Cuarto, Villa Mercedes y San Rafael.
El plan de Roca preveía salir al encuentro del malón con pequeños golpes de mano a la indiada, para desarticularla.
La frontera de San Luis en ésta época, tenía por centro principal a Mercedes: el ala derecha la constituía la línea de fortines denominados Fortín Viejo, Romero, Fraga, Lince y Charlone; éste estaba apoyado casi sobre la margen izquierda del Salado, límite de San Luis y Mendoza. A la izquierda estaban los fortines Retiro, Totoritas, Esquina, Tres de Febrero y Ledesma.
Los ranqueles obedecían a dos caciques principales: Epumer Rosas, sucesor de Mariano Rosas, en Leubucó, con doscientos cincuenta indios de pelea, y Baigorrita, en Poitahué, con trescientas lanzas y una chusma que no alcanzaba a tres mil indios. Aunque éstos cumplían sus tratados de paz firmados en 1872, en el desierto vivían indios y cristianos renegados dedicados a saqueos y depredaciones.
El centro del dominio ranquel estaba en Leubucó, ubicado estratégicamente en medio de la pampa, encrucijada de las rastrilladas, con muy buenas aguadas y pastos, lejos de las líneas de fortines, como un gran oasis rodeado de desiertos arenosos.
Las invasiones a la provincia se realizaban casi siempre por el oeste, remontando los ríos Salado y Desaguadero, y por el este, recorriendo la serie de lagunas y médanos que van desde Trapal hasta Sayape, al sur de Villa Mercedes.
Epumer y Baigorrita solicitaron al General Roca la renovación de los tratados, pidiendo el aumento de las raciones y que se les extendieran los títulos de propiedad sobre las tierras que ocupaban, pero Roca se mantuvo imperturbable. Exigía que “los indios se sometieran a las leyes de la Nación, sin condiciones, para luego ser ubicados en los terrenos que se les otorgarían. Las comisiones indígenas enviadas por sus caciques para negociar la paz fueron apresadas. Entre ellos cayeron los caciques Painé, Chancalito, Rancanil, Tapayo, Juancito Ichanquivil y Leficurá.
De este modo se daba cumplimiento a la primera etapa del plan del Gral. Roca en la frontera puntana. Luego, su hermano Rudecindo Roca emprendió una expedición que partió desde Villa Mercedes en 1878, llegando hasta Poitahué, donde capturó al cacique Melideo, hermano de Epumer Rosas. También sufrieron igual suerte cinco capitanejos, setenta y seis indios de lanza y 230 de chusma[7]. Sin embargo, no logró aprisionar a Epumer y Baigorrita, que junto con indios de Namuncurá atacaron el campamento militar y fueron rechazados. Ante la inferioridad de número, el Comandante Roca debió retroceder a Mercedes.
De acuerdo con sucesivas campañas, todas con el mismo fin, los resultados fueron los esperados. Los indios estaban privados del auxilio de sus congéneres chilenos, habían sido aprisionados o muertos, otros se dispersaron, acosados por el hambre y las partidas. Sólo quedaba para la resistencia, Baigorrita. Luego de 1879, aunque no se libraron batallas decisivas, la osadía y la astucia del ranquel mantenían en continua zozobra a las partidas. Las persecuciones se realizaban por terrenos de guadales, pedregales o ríos helados, con la desventaja que el indio conocía los atajos y se escabullía con mayor facilidad. A pesar del empeño del Coronel Roca, Baigorrita fue el último gran lonco ranquel que logró zafar y huir hacia la cordillera. Sin embargo, la última batalla por su vida fue librada en una emboscada que le tendió la Cuarta División.
De acuerdo con las noticias de Peranovich, los objetivos de la campaña fueron cumplidos y los misterios del desierto se revelaron. La totalidad de la zona fue estudiada meticulosamente en cumplimiento de las órdenes del Ministerio de Guerra, y la información fue ampliada en 1883 por Felipe Velásquez, quien mensuró los terrenos fiscales del sur de la provincia hasta el paralelo de 35º de Latitud Sur, indicando las calidades de las mismas y la aptitud para las tareas agrícolas y ganaderas.
SEGUNDA PARTE
RESTITUCIÓN DE LAS TIERRAS A RANQUELES DE SAN LUIS
El 15 de agosto de 2007 el Gobierno restituyó a la Comunidad Ranquel de San Luis, la superficie de 2.500 hectáreas de tierras.
En una tradicional ceremonia la comunidad bendijo la tierra y pidió fertilidad y prosperidad. El Gobernador aseguró que para el próximo solsticio de invierno se podrán inaugurar las viviendas, el hospital y la escuela.
Doscientos kilómetros al sur de la Ciudad Capital de San Luis, se estableció el espacio físico de 2.500 Ha. que causó el regocijo de dos comunidades originarias ranqueles que desde hace tanto tiempo les había sido arrebatado. Esas tierras, que comprenden además dos grandes lagunas, ubicadas 124 kilómetros al sur de Fraga, le fueron devueltas a la nación Ranquel comenzando así una nueva historia. Pasado el mediodía representantes de diferentes comunidades ranqueles de La Pampa y Buenos Aires, mapuches y huarpes se reunieron para la ceremonia de restitución y bendición de la tierra en la margen de un gran lago, al centro de lo que ya es, oficialmente, suelo ranquel. Llevaron sus banderas, joyas, música y tradiciones. Antes de la formalidad de las firmas que concretaban la restitución buscaron explicarle al Gobernador la importante significación de este día, pero las palabras no fueron necesarias. Diferentes loncos comenzaron a hacer sonar las trutrucas y el cultrún logrando un sonido que describía al paisaje, ése que siempre fue de ellos. El agua y el fuerte viento fueron parte de la melodía. Cantaron en su lengua.
Los sonidos de las trutrucas y el cultrún se reunieron con el del viento y el agua
La ceremonia de purificación de la tierra estuvo a cargo de Ana María Rosas —aprendiz de machi, se autodenomina humildemente— y Daniel Cabral. En ese momento, que no era el indicado porque el sol había salido hacía ya algunas horas, pidieron por la fertilidad de la tierra y tiempos de bonanza para sus futuros habitantes. Luego hicieron su ofrenda a la madre tierra, obsequiando agua de la laguna, yerba y azúcar. La expresión “Mari, Mari” que da la bienvenida en lengua ranquel, se escuchó con frecuencia en toda la jornada ventosa, fría y desapacible.
“El viento viene a decirle al mundo que hemos regresado, que seguimos cabalgando como tigres en el viento. Gritará a los cuatro rumbos del mundo que la tierra ranquel de San Luis es nuevamente libre”, aseguró orgulloso Luis Carlos Garro, del Centro de Estudios Ranquelinos de Villa Mercedes.
El gobernador Alberto Rodríguez Saá se dirigió a los presentes en lengua ranquel y dijo: “Estas tierras son de los ranqueles, que les fueron arrebatadas y hoy humildemente venimos a devolverles. Quiero decirles que hoy toda la provincia me acompaña, hoy en la Provincia de San Luis todos somos ranqueles”.
“Como lo predijeron nuestros mayores el 2000 será la era del regreso del indio y aquí estamos regresando, renaciendo desde San Luis e invitamos a todos nuestros hermanos de América para que nos dejen ser, simplemente porque existimos”, dijo Garro. Y agregó: “La historia mal contada nos ha perseguido y una larga noche ha precedido a nuestro día que, finalmente, ha llegado”.
Rodríguez Saá señaló además que la restitución significa también el reconocimiento a las culturas que han defendido el Medio Ambiente. “Tenemos que empezar a pedirles consejos a los que saben. Tenemos que pedirles que nos enseñen a cuidar la tierra”.
“Ranqueles, la Provincia de San Luis quiere reconocerles el derecho a la dignidad, para ello contribuirá con los medios económicos para reparar tantas injusticias y atropellos realizados en contra de sus antepasados”, dijo Rodríguez Saá y aseguró que para el próximo solsticio de invierno, cuando los ranqueles festejan el año nuevo —24 de junio—, se inaugurarán “viviendas, hospital y la escuela que contará con docentes ranqueles, que deberá respetar la lengua y contará la historia como la vivieron y la sintieron los ranqueles; y no otra historia”.
En cuanto a las viviendas el Gobernador propuso la construcción tipo toldos, pero con materiales modernos, no perecederos y con todas las comodidades para las casi 20 familias que cuando comience el calor se comenzarán a trasladar a esas tierras, según explicó el lonco mercedino Walter Molleta. Sin embargo dijo que nada se hará sin el consenso de la comunidad originaria.
“Vamos a iniciar aquí las obras de agua, luz, cloacas y telefonía. Habrá trabajo para todos y vamos a apoyar un proyecto económico sustentable que le dé al pueblo ranquel la suficiente autonomía para vivir con dignidad para que cada familia pueda asegurar el futuro de sus hijos”, adelantó el Gobernador.
Por otro lado, Oscar Garro explicó que el primer proyecto que se llevará a cabo en ese predio será la cría de caballos criollos, además de las ovejas y cabras
Baigorrita, descendiente directo del Cacique Baigorrita quien fuera ultimado por la Cuarta División de la Campaña del Desierto.
TERCERA PARTE
HUARPES DE GUANACACHE
Desde la ciudad de San Luis, se accede a La Represita a través de la Ruta Nacional Nº 147 hasta el paraje de La Chañarienta, desde allí se sigue por Ruta Nacional Nº 20 hasta el paraje de Las Trancas (San Juan), pasando el puesto policial fronterizo de San Luis. Al costado de la Plazoleta del Gaucho Cuyano (Las Trancas o La Tranca), parte hacia el sur un camino vecinal, que ingresa al territorio sanluiseño; por ese camino, a 7 km. se encuentra la escuela de La Represita[8].
En 1991, la creación del Parque Nacional, trajo aparejado el despoblamiento de toda el área, que se extendía unos 40 km. al sur. Las familias, la mayoría descendientes huarpes, debieron cruzar el río Desaguadero hacia el Departamento de Lavalle (Mendoza), y migar a la ciudad de San Luis y a las localidades de Angaco y Caucete, San Juan, entre otros lugares.
En el entorno de La Represita (San Luis), existen localizados 8 (ocho) puestos de diferentes familias, donde tienen sus propiedades y hacienda. Algunos miembros de estas familias viven en forma estable y otros en forma estacional en el lugar, debido a que no tenían sala de primeros auxilios, escuela, estafeta postal, teléfono, destacamento policial (a 8 km. puesto fronterizo), y el Municipio más cercano está a 100 km. aproximadamente. En el área no hay industrias caseras ni empleo, sea público o privado.
Entre esas ocho familias hay cuarenta y cuatro personas: trece niños (entre 2 y 14 años); cuatro ancianos y el resto entre adultos y jóvenes. La mayoría de éstos en la actualidad están estudiando en las ciudades capitales de provincia (San Luis y San Juan), como así también, la mayoría de los adultos trabaja en esos lugares.
Las familias viven en los puestos. Las casas se caracterizan por su construcción en adobe, y los techos son de caña y paja. El piso es de tierra y los baños son a cielo abierto, con letrinas precarias. En muy pocos casos, algunas habitaciones están construidas de ladrillo. Tienen ramadas (tipo quinchos criollos), hornos de adobe, pozos de agua, galpones enramados y corrales. Algunas casas tienen pantalla de energía solar La mayoría de las familias tienen animales de granja, chivos, corderos, vacas y caballos.
Pascuala Carrizo Guaquinchay cuenta con voz pausada y dulce ... “como mi madre me enseñó, soy descendiente del pueblo huarpe, la antigua nación que habitó el territorio del Cuyum o País de las Arenas. Estoy tratando de llevar con dignidad este hermoso legado que doña Petrona Guaquinchay me ha dado, porque considero un privilegio tener no sólo su herencia genética sino también la transmisión de su sabiduría y educación para vivir en sociedad”. Pascuala es docente sanluiseña y en la actualidad se desempeña como Jefa del Área Culturas Originarias del Ministerio de Inclusión Social. Tal como lo señala en reiteradas oportunidades, siente la necesidad de arrimar una llamita a ese fuego que arde y que se expande, porque cada vez hay más hermanos descendientes de pueblos antiguos que van dejando de lado esa opresión transformada en timidez y vergüenza. “Aquella que los obligó a mantener una actitud esquiva y recelosa, producto histórico de las veces en que los embromaron, llámense encomenderos, bandidos, comerciantes que hacían estragos en las familias huarpes.
“El abuelo de Pascuala era don Juan de la Rosa Guakinchay, nieto de Elías Guakinchay, hijo natural de doña Saturnina, quien un día dejó a todos sus animales y se fue a trabajar de cocinera en una finca de Mendoza para darle una mejor educación a su hijo. Don Juan, siendo un joven instruido regresó a Guanacache y ocupó el cargo de "milico" (agente), comisario, juez de Paz y encargado del Registro Civil. Se transformó de esa manera en un hombre de la comunidad huarpe muy conocido y respetado en toda la región”.
Pascuala cuenta que su abuelo tenía chacras y muchas ovejas. Recuerda que allí sembraban trigo que era regado con agua del río Desaguadero -que actualmente está encajonado y corre a siete metros del nivel del suelo, producto del mal uso de los recursos hídricos en Mendoza y San Juan y de la erosión de su cauce. Este río fue, en otros tiempos, la fuente de vida de un pueblo milenario, respetuoso y cuidadoso de su entorno natural. Y sirvió de sustento a las familias huarpes que vivieron al abrigo y resguardo de sus arenales y lagunas. Dicen que llegaron a las Lagunas de Guanacache huyendo de los encomenderos, que los llevaban con engaños a través de la cordillera a trabajar como esclavos en las minas de Chile.
Cuando doña Petrona Guakinchay contrajo matrimonio con don Justo Germán Carrizo, se fue a vivir "del otro lado río", a La Represita que se ubica en la Depresión de los Huarpes, en la provincia de San Luis. Hoy habitan allí, cuidando sus animales, hermanos y sobrinos de Pascuala. El resto de la familia, que vive en San Luis y en San Juan, regresa "al campo" los fines de semana y los días festivos.
Para los descendientes de estos pueblos originarios, la educación está basada en el respeto a los mayores, la cultura del trabajo, la docilidad y la humildad en su modo de actuar. Aún hoy piden “la bendición” a su madre cuando se encuentran.
Llegaron a las Lagunas de Guanacache huyendo de los encomenderos, que los llevaban con engaños a través de la cordillera a trabajar como esclavos.
Entre las creencias de la antigua Nación Huarpe, existe una que cuenta que cuando había un eclipse de luna las mujeres molían sal toda la noche porque creían que la luna moría, y éste era el modo de resucitarla. La ceremonia era acompañada con alguna rogativa de las mujeres, que se fue perdiendo en el tiempo. en el siglo pasado eran muy frecuentes “las mandas” a San Vicente, que no era otra cosa que “una fiesta para pedir lluvias". Los pobladores de esta región desértica de Cuyo llevaban al santo hasta el borde de una represa o a una chacra, y debajo de algún algarrobo se le improvisaba un altar al reparo del viento. Se le ofrecía un vaso de agua y otro de vino, y luego seguía el ritual, y luego se continuaba con el ritual, que consistía en que el dueño de la manda midiera tres dedos en una vela, realizara una marca con una piola o lana de color, se encendiera la vela y se diera comienzo al baile sin parar mientras durara la vela encendida hasta la marca. A un costado del santo, los guitarreros interpretan sólo cuecas y gatos, mientras adultos y niños bailan descalzos continuamente. Dicen que con este ritual, seguro que llueve.
RESTITUCIÓN DE TIERRAS A LA NACIÓN HUARPE
Lagunas de Guanacache
El 26 de Noviembre de 2007 el Gobierno de San Luis restituyó a la Nación Huarpe más de 6.800 hectáreas que se encuentran ubicadas al límite noroeste de la provincia, donde se ubican las Lagunas de Guanacache.
En estas tierras, ubicadas en el paraje ‘La Represita’ , por ruta Nº 147, a 6 Km. al sur del limite con la provincia de San Juan, los descendientes Huarpes comenzaron a poner en marcha sus emprendimientos con la colaboración que el Gobierno les brinda a través de los ministerios de Inclusión y Desarrollo Humano, Infraestructura y Obra Pública, y Campo.
La ceremonia estuvo a cargo de la señora Argentina Paz Quiroga (AMTA, Guía Espiritual del Pueblo Huarpe). Al acto de restitución de tierras asistieron comunidades aborígenes de todo el país, entre los que se encontraron Tobas del Chaco, Ranqueles de San Luis, Coyas de Jujuy, Mapuches de Buenos Aires, del Sur de Menoza, Huarpes de San Luis, de la precordillera de San Juan, Mapuches de Los Toldos, y los Ranqueles de General Pico, Santa Rosa y Santa Isabel.
Actualmente, Lagunas de Guanacache, no es una reserva natural pero sí es un área Ramsar llamado “Lagunas de Guanacache, Desaguadero y del Bebedero”, donde quedan incorporadas la laguna y Salinas del Bebedero de San Luis.
Ramsar es la Convención sobre los Humedales, firmada en Ramsar, Irán, en 1971. Es un tratado intergubernamental que sirve de marco para la acción nacional y la cooperación internacional en pro de la conservación y uso racional de los humedales y sus recursos. Hay actualmente 154 partes Contratantes en la Convención y 1650 humedales, con una superficie total de 149.6 millones de hectáreas, designados para ser incluidos en la Lista de Humedales de Importancia Internacional de Ramsar.
El sitio de Lagunas de Guanacache Ramsar cubre áreas adicionales de las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan.
La reparación histórica que emprendió la Provincia no sólo consiste en devolverle la tierra a sus dueños originarios, sino en brindarles una mejor calidad de vida. Por esto también se programó una urbanización, tal como ya había sucedido en las 2.500 hectáreas que el Estado devolvió a los ranqueles.
Luego de las palabras de agradecimiento e infinita alegría y emoción pronunciadas por los representantes de las comunidades presentes se explicó a los “nuevos propietarios” de la tierra acerca de la urbanización propuesta para construir un sistema de canales en los humedales que permitirá la circulación del agua, no sólo para beneficio de las familias que habitan allí, sino también para potenciar la generación de un atractivo turístico en esa zona. Al igual que el proyecto que involucra a la Nación Ranquel, las viviendas que se construirán en esta zona apuntan a revalorizar la cultura de los Huarpes de Guanacache, de tradición lagunera.
“El pueblo huarpe es uno solo” dijo en ese acto Pascuala Guakinchay con un mensaje de esperanza: “Hoy no vamos a mirar al pasado y lamentarnos por lo que pasó”, asegurando que pese a que la comunidad huarpe se extiende en las provincias vecinas, “no nos divide ningún límite geográfico”.
El representante de los tobas recordó que tanto su comunidad como en el resto de las originarias “están en estas tierras desde antes que fueran Argentina, antes que pertenecieran a algún Estado o país”.
Ellos, al igual que la lanta huarpe Argentina Quiroga y otros descendientes de nativos coincidieron en que este acto de restitución convierte a las tierras en inenajenables e inembargables, y expresaron su deseo de que sea imitado por otros gobiernos.
BIBLIOGRAFÍA
Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Libros N° 18, 25, 30, et. Alt.
Archivo Histórico de la Provincia de San Luis, Periódico La Reforma, San Luis, 3 de febrero de 1906
Ave Lallermant, Germán: Memoria descriptiva de la Provincia de San Luis, San Luis, Imprenta El Destino, 1888.
El Diario de la República, Archivo. San Luis, abril – noviembre 2007
Fundación Inti Cuyum, Publicaciones Internet, Geocities, 2007
Gez, Juan: Historia de la Provincia de San Luis, San Luis, FES, 1992
Gobierno de la Provincia de San Luis, Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte, Programa Cultura, Archivo Histórico.
Legislatura de la Provincia de San Luis, Dpto. Documentos Provinciales y Leyes Nacionales, 1887
Mansilla, Lucio V.: Una excursión a los indios ranqueles, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1968
Micielli, Catalina: Los Huarpes Protohistóricos, Universidad Nacional de San Juan, 1979
Pastor, Reynaldo: La guerra con el indio en la jurisdicción de San Luis”. Biblioteca de la Sociedad de Historia Argentina, XIII, Buenos Aires, 1942.
Peranovich, Dora Celton de: El Sur de San Luis a partir de la Campaña del Desierto y hasta 1910. Revista Comechingonia, Año 1, N° 1, 1983
Racedo, Eduardo: La conquista del desierto. Memoria militar y descriptiva sobre la campaña de la Tercera División Expedicionaria”, Buenos Aires, Comisión Nacional del Monumento al Tte. Gral. Roca, 1940.
Sánchez, Aurora: Julio Argentino Roca, Buenos Aires, Círculo Militar, Colección de la Biblioteca del Oficial, 1969.
Velázquez, Felipe: Memoria descriptiva de la Provincia de San Luis, San Luis, Imprenta “El Destino”, 1888.
Velázquez, Felipe: Memoria descriptiva del terreno fiscal de la provincia de San Luis, “El Oasis” de San Luis, Ano III, 8, 15 y 19 de marzo de 1881.
Walter; Juan Carlos: La conquista del desierto, Buenos Aires, Círculo Militar, 2da. Edición, 1964
[1] Peranovich, Dora Celton de: El Sur de San Luis a partir de la Campaña del Desierto y hasta 1910.
[2] Pastor, Reynaldo: “La guerra con el indio en la jurisdicción de San Luis”: p. 467
[3] Gez, Juan: Historia de la Provincia de San Luis”, Tº. II, p.238.
[4] Op. Cit., p. 249-250.
[5] Pastor, op. Cit., pág 183
[6] Sánchez, Aurora: Julio Argentino Roca, Bs. As., Círculo Militar, 1969.
[7] Walter, Juan Carlos, 1964: pág.436
[8] Fuente: Fundación Inty Cuyum, San Luis. 2007.
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recien. en la fecha de hoy, descubro tu blog....3/6/2009.....mi nombre es ALICIA SUSANA BAIGORRIA, mi padre nacio se criò en JUSTO DARACT, lugar al que siempre visite, alli mis primos hermanos y tios.
QUIERO SABER COMO EMPADRONARME COMO DE LA NACION RANQUEL.
còmo inscribirme.
Alicia
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