NO SE POR QUÉ
No se por qué quise escribirte. Aún
sabiendo que no debo. Aún sabiendo una vez más que esto es pecado. Pero lo
necesito. Porque de repente, me acordé de vos. De una tarde anocheciendo, de
ésos días que se confunden con los de ahora, allí, cuando marzo y setiembre se
mezclan con el tiempo, con las plantas, con el aire templándose o casi frío de
esa sinfonía inconclusa del otoño o primavera, o la vida y la muerte. O algo
así, o al revés.
Porque fijate... pasó todo al revés.
yo estoy viva, en este setiembre que te mató, que estranguló tu vida porque ya
estaba derretida la escarcha del invierno.
Porque apenas nació la primavera, como
esa vez (te acordás?) cuando me ayudaste a ser felíz por un momento, en un
cántico de primavera en que los dos festejábamos algo.
Por qué, si el otoño es muerte, si
Marzo lo estrangula con la desnudez del alma, por qué te conocí en Marzo, dando
comienzo a la vida?
Y una vez más, por qué tuviste que
morir en primavera, si ella misma representa la existencia?
Nunca entendí.
Y sin embargo, de tanto pensarte, de
tanto obligarte a estar vivo (porque vos no podías morirte), de puro traerte a
mí para reclamar la explicación que no me diste nunca, que me quedé esperando
para siempre, estranguló hoy el siempre para decirte adiós de una sola vez,
para siempre.
Porque hasta ahora no pude decirte
chau.
Porque el chau simplista que dijiste
formular con desprecio, no te lo había dicho antes, por respeto a tu muerte
prematura; por temor a estar vengando tu silencio.
Pero ahora, vi la luz en mi denuedo.
Por eso quise escribirte.
Aunque después, doblado en flor, lo
repose en tu tumba para siempre.
Aunque, así no más, deshaga para
siempre el nudo de la duda y te grite, así, aunque no puedas escucharme, que
como el niño del limbo, tu presencia no tuvo cronología más confusa que la del
tiempo muerto.
Porque naciste muerto en el destino.
Porque, como el otoño, Marzo muere.
Marzo nace para matar las flores, para morir los niños, para arrancar las
hojas.
Y vos le arrancaste tres otoños que lucharon
con desenfreno por florecer de nuevo, pero hubo de nacer la primavera, para
llevar el frío y darme lo verdadero.
Porque sólo con la muerte de la
escarcha regresan las golondrinas.
12/IX/72.