miércoles, 24 de febrero de 2016

tristeza por bagre


TRISTEZA POR BAGRE

Por qué este chocar real de la mente enardecida?
Por qué no resignarse al fin, a la cruenta verdad que se encarniza?
Y este nudo de lágrimas vertidas en el cauce terrible de la hazaña; este manojo de horas sin palabras, esperando una playa de olas mancilladas…
Esa vidriera robada de sonrisas, de saludos entre manos al pasar, de charlas con música de amigos de verdad…
Esa calle que ya no te verá más. Nunca más
Pero si te he visto anoche en el mismo lugar… si me miraste sonriente, te acordás?
Bagre… por qué llamaste por ella?
Por qué el último renacuajo de tu corazón partido saltó de tu entraña con ese clamor inconsciente (o sensato, quizá) de nombrarla en cada grito para encontrarla más tarde en el reposo del guerrero de tu vida?
No era ese recuerdo un volver a una inocencia que habías escondido por milagro en el olvido del pasado, y solo la muerte del caudillo te trajo el otro liderazgo? El del hijo bueno, corazón de barro, que jugó escondidas en el patio de la noche que te quitó de las manos esos regalos… esos regalos de sueños que traían los Reyes Magos…
Qué malos fueron con vos…! A todos traían juguetes, y a vos te quitaron una reina de las manos. Por eso tu rencor se desmenuza en las garras de la injusticia terrena, que te empeñaste en que fuera eterna…
Porque para vos no había otro jardín en el cielo, ni flores blancas de azahar… (no te gustan? – No hacen la felicidad).
Qué banal te era todo!
Qué pocas ganas de amar… la naturaleza, las flores del campo, los pájaros bobos y el ruido del mar…
Pobre bagre.
Pobre ilusión sin final.
Pobre cielo sin luna en las noches de tu deambular.
Hasta los treinta vivías… después… ya se verá.
Decime… vieron tus manos la dulzura de un feliz mirar?
Esa capacidad de ternura, ese morirte por ni siquiera amar…
Amaste alguna vez, de verdad?
Contámelo. Yo ya no te quería más.
No podés dañarme con tu realidad.
No tengas cuidado.
No importa llorar cuando se quiso de verdad…
Te juro.
No importa.
Y eso es lo que duele más.
Podrán soportar un desprecio?
Ni aún estando muerto olvidarás su dulce acariciar, ni aún con el olvido perpetuo olvidarás a la guardiana de tu primer caminar.
Los defraudaste con tu póstumo susurro lastimero llamando a tu mamá…
Ni aún poniendo flores en la alforja de llanto solaz le llevaron el apunte a lo que quedara de tu voluntad.
Pediste la tierra madre, que tapara tu pútrido afán.
Y, ni aún estando muerto, pudieron verte llorar.
Ya nunca te verán,
Pobre bagre…
Ésa fue tu realidad.




9/XI/71

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