miércoles, 24 de febrero de 2016

romance para mi niña

POESÍA III


Sobre mi regazo
acomodé tu espalda.
Incliné tu cabeza en el cuenco
de mi brazo
izquierdo.
Pasé mis dedos
desenredando la maraña
de tu pelo.
Besé tu frente,
cada uno de tus ojos,
apenas rocé tu boca
con mi beso.
Un nido de mariposas gualdas
echó a volar
en el centro de mi pecho.
Te amé en silencio.
Acompañando
los latidos de todo el cuerpo
sentí latir mi vientre
entre tu aliento.
Besé
la palma de tus manos,
cada uno de tus dedos.
Sentí el calor
arrebolado
de tu cuerpo,
la energía del cosmos
atrapada en mi regazo,
el temblor  de soles y volcanes
derramando lava en las  simientes.
Cerré los ojos.
Eché hacia atrás mi cerviz
 y gocé sin verte.
Sin tenerte,
estabas ahí,
entre los pliegues de mi anhelo,
agazapado,
trémulo de amor desconocido,
tímido
hasta el ocaso del día siguiente.
Por todo eso
y mucho más
te amé esa tarde
y otra,
y otra más, silente,
hasta - por fin –
tenerte.

ROMANCE PARA MI NIÑA


En su nidito de espuma
está mi niña dormida.
¿Dónde quedaron tus sueños,
dónde se han ido tus días?
Niña, mi niña te busco
niña, mi niña perdida.
¿Dónde se esconde tu llanto
jugando a las escondidas?
En las paredes del tiempo
donde lloró el alma mía;
en los pliegues de mi cuerpo
niña mi niña chiquita.
Qué dulces fueron mis sueños
cuando tu corazón latía
muy cerquita de mi pecho
muy adentro de la vida.
Qué tristeza tengo ahora,
niña mi niña querida.
Este dolor sin consuelo,
esta llaga y esta espina;
los espasmos de tu llanto,
la tristeza de tu almita.
No llores niña, mi niña.
Los ángeles te llevaron
a aquélla casa bonita,
la Virgen te daba flores
y en sus brazos te mecía.
Los ángeles te acunaron,
chiquita, bebita mía,
velo de noches muy largas,
plumón de espuma y caricias,
canción de cuna y silencio
duelo de llanto y cenizas.
Hoy yo te suelto las manos
niña, mi niña chiquita,
beso tu pelo en el aire
y sueño que me acaricias.
Tal vez estarás bailando,
tal vez soñando, dormida,
en una cuna de estrellas
con sábanas de strelitzias;
tal vez cantando en un coro
de ángeles y golondrinas,
niña, mi niña dormida.
En un cielo de ilusiones
estás, mi niña querida:
con la pureza de tu alma,
bendíceme el alma mía.


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